En esta entrada voy a indagar en el origen de la famosa sentencia de Descartes “Pienso, luego existo”, que da título a mi blog.
René Descartes
René Descartes (1596, 1650), fue un filósofo, matemático, físico y filósofo francés que perteneció a la corriente filosófica del racionalismo.
Descartes es considerado el padre de la filosofía moderna por su planteamiento y resolución del problema del conocimiento. Trató de aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos de la ciencia. Antes de definir su método, la filosofía había estado dominada por el método escolástico, que se basaba en comparar y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas. Descartes rechazó ese sistema y dudó de todo hasta establecer razones para creer.
Entre sus obras cabe destacar el Discurso del método y las Meditaciones Metafísicas.
El racionalismo
Dentro de las múltiples soluciones que dan a conocer el origen de nuestro conocimiento y de la creación de la ciencia, existen dos posturas que fueron creadas en el mundo antiguo y moderno: el empirismo y el racionalismo. Por esta última optaría Descartes, que afirma que el conocimiento no procede de los sentidos sino de la razón. Este pensamiento supone una desvalorización del conocimiento sensible, quedando la razón como única fuente de conocimiento
El racionalismo afirmará la intuición intelectual de ideas y principios evidentes, a partir de las cuales comenzará la deducción del saber.
Meditaciones metafísicas
Meditaciones metafísicas, publicada en 1641, es una obra de Descartes en la que elabora su sistema filosófico y plantea la situación en la que se encuentra frente al conocimiento dando respuesta a las objeciones de sus críticos.
La obra consta de seis meditaciones con las cuales Descartes tiene como objetivo mediante razonamientos lógicos demostrar la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, así como definir las bases del conocimiento. Busca encontrar “la verdad” de las cosas a través de la razón y para ello considera que hemos de dudar de todas las cosas (duda metódica).
- Meditación primera: Sobre la metafísica. De las cosas que pueden ponerse en duda. Demuestra la existencia de Dios y la distinción del alma y del cuerpo.
- Meditación segunda: Sobre la certeza de la propia existencia y la naturaleza del alma humana.
- Meditación tercera: De Dios, que existe.
- Meditación cuarta: Sobre lo verdadero y lo falso.
- Meditación quinta: Sobre la esencia de las cosas materiales y de nuevo sobre Dios, que existe.
- Meditación sexta: Sobre la existencia de las cosas materiales y sobre la distinción real del alma y del cuerpo.
Pienso, luego existo (en latín Cogito ergo sum)
La segunda meditación contiene el argumento de Descartes sobre la certeza de la propia existencia. La relaciona con el final de la primera meditación, donde se ve obligado a dudar de todo, sin embargo se da cuenta de que para ser engañado ha de existir, por eso la frase “Pienso, luego existo” ha de ser cierta.
“Me he convencido de que no hay nada en el mundo, ni cielo, ni tierra, ni mente, ni cuerpo. ¿Implica ello que yo tampoco exista? No: si hay algo de lo que esté realmente convencido es de mi propia existencia. Pero hay un engañador de poder y astucia supremos que me está confundiendo deliberada y constantemente. En ese caso, y aunque el engañador me confunda, sin duda, yo también debo existir… la proposición “yo soy”, “yo existo”, es necesariamente cierta para que yo la exprese o algo confunda mi mente”.
Incluso ante la duda de todo, la conciencia implica existencia. Puedo pensar y dudar si el mundo existe o no, pero cuando pienso eso, mi pensamiento existe. Esta meditación la resumió en la sentencia: “Pienso, luego existo”.
Esta frase es uno de los principios fundamentales de la filosofía moderna: mi pensamiento, y por tanto mi propia existencia, es indudable, algo absolutamente cierto y a partir de lo cual puedo establecer nuevas certezas.
Mis reflexiones
La sentencia de Descartes “Pienso, luego existo” (Cogito ergo sum) ha sido siempre una de mis frases favoritas, aunque no conocía su origen. En esta entrada me ha resultado muy interesante indagar en su origen.
Descartes toma una posición desconfiada, ya que no se puede fiar de lo que le fue enseñado, empieza por dudar de todo. Esto lo lleva a preguntarse ¿de qué puede estar seguro? Se responde que puede estar seguro de que se está preguntando de qué puede estar seguro. Por lo tanto, Descartes está seguro de que piensa, y por lo tanto, existe.
Creo que cuando nos hacemos preguntas sobre nuestra existencia y sobre las situaciones que nos ocurren a lo largo de nuestra vida siempre nos surgen dudas y considero que es muy interesante replantearse cosas que nos vienen dadas por verdaderas. Pero, ante todas las dudas que pueden surgir, siempre existe la certeza de que si pensamos, nuestra existencia es indudable, existimos.
Aunque se trata de una frase muy corta y que puede parecer obvia, creo que es un muy buen punto de partida para reflexionar sobre la vida y nuestra existencia.