domingo, 19 de abril de 2015

Kant: Crítica a la Razón Pura

En “Crítica de la Razón Pura” (publicado en 1781) Kant distingue entre dos usos distintos del término “razón”. Uno es el “uso lógico”, cuando la razón intenta dirigir la vida práctica y establecer el comportamiento moral adecuado. El “uso lógico”  entiende la razón como la facultad mediante la cual sintetizamos conocimientos particulares en conceptos de tipo universal. El otro uso es el “uso puro”, cuando la razón intenta conocer al margen de la experiencia. Ese uso considera la razón como algo distinto del entendimiento que consiste en elaborar síntesis más generales mediante unos conceptos puros a los que Kant llama ideas trascendentales (ideas que trascienden la experiencia). Las ideas trascendentales son: alma, mundo y Dios.

  
En la “Dialéctica Trascendental” Kant utiliza el término “razón” en el segundo sentido, el de “razón pura”.
- Comienza analizando la primera idea (idea sicológica): la idea del alma como sujeto pensante y su inmortalidad. Llega a la conclusión de que este pensamiento es una falacia ya que parte de razonamientos falsos basados en la aplicación errónea de la categoría de sustancia al término alma.
- Luego analiza la segunda idea (idea cosmológica): el mundo y la idea de la materia como totalidad de los fenómenos. Encuentra contradicciones al llegar al intentar explicar la eternidad o finitud del mundo. Concluye que por la razón pura no podemos conocer nada de la naturaleza del universo material.
- Finalmente, analiza la tercera idea (idea teológica): la idea de Dios como condición suprema de toda la realidad. Considera que hablar de Dios cuando no es un objeto de la experiencia, es ir más allá de los límites.

Kant concluye así que el uso puro de la razón no es lícito ya que esas síntesis sobrepasan los límites marcados por la experiencia.
Kant no niega la inmortalidad del alma o la existencia de Dios sino que muestra que los razonamientos especulativos sobre el alma, el universo y Dios, no añaden nada a nuestro 
conocimiento.
Llega así, a la conclusión de que la metafísica, rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad, no es posible como ciencia ya que en sus enunciados aplica las categorías de forma ilegítima, es decir, más allá de la experiencia.